Desde
mi infancia vengo mirándolas, oliéndolas
Desde mi
infancia vengo mirándolas, oliéndolas,
gustándoles, palpándoles, oyéndolas llorar,
reír, dormir, vivir;
fealdad y belleza devorándose, azote
del planeta, una ráfaga
de arcángel y de hiena
que nos alumbra y enamora,
y nos trastorna al mediodía, al golpe
de un íntimo y riente chorro ardiente.
De: "La
vuelta al mundo"
En Antología
de aire (Santiago, Fondo de Cultura Económica, 1991)
Versiones:
<< La
vuelta al mundo, de La miseria del hombre, 1948.
<< Muchachas,
de Oscuro, 1977.
|