1917 - 1926 | 1927 - 1934 | 1935 - 1942 | 1943 - 1949 | 1952 - 1960
1962 - 1967 | 1968 - 1973 | 1974 - 1979 | 1980 - 1987 | 1988 - 1994

1943 En septiembre nace su primogénito. La versión poética del hecho es "Crecimiento de Rodrigo Tomás". El segundo nombre fue dado en homenaje a De Rokha, que había perdido antes un niño así llamado y le había escrito un epitafio que a Gonzalo Rojas impactó. Sigue enseñando a leer a los mineros. Cuando se comprueba que no tiene libreta de matrimonio le echan del trabajo. "Entonces -dejé a María en un hotelito de Vallenar y me puse a vagar por distintos lugares, incluso por las rieles del tren, buscando trabajo. Ahí me di cuenta de que eso sí era surrealismo, eso sí que era conducta vital y proyecto imaginativo" (Piña: 110). Se va a trabajar en maderas a la isla de Puluqi, en el sur del país, en el golfo del Reloncaví.

1944 Vuelve a Santiago. "Se me dio la opción de trabajar en la Dirección de Informaciones y Cultura (...) Ahí recalábamos casi todos los escritores indefensos económicamente, desde Nicomedes Guzmán a la mujer de Neruda" (Piña:110). Trabaja también con Leopoldo Castedo en la revista Antártica, de la que llega a ser Jefe de Redacción. Retorna sus estudios de Pedagogía.

1945 El Prof. Juan Uribe Echeverría, del Pedagógico, lo lleva a hacer clases en el Colegio Alemán de Valparaíso. "A esas alturas del año 45 me brotó de pronto y como a raudales un ejercicio imaginativo que no era surrealista, sino más bien expresionista" (Piña: lll).

1946 De mayo a diciembre dice en el prólogo de la obra haber escrito parte importante de los poemas que integrarán La Miseria del Hombre, según señala en el prólogo de la obra. Presenta el manuscrito a un concurso de la Sociedad de Escritores de Chile, bajo el seudónimo de "Heráclito". El premio ofrecido era la publicación del libro.

1947 Sigue trabajando en Valparaíso: de día enseña en colegios de jóvenes y en las noches en liceos nocturnos, cuyos alumnos son empleados, obreros, gente mayor. Comienza a tener conversaciones con autoridades del puerto para crear un Instituto de Enseñanza Superior: de allí saldrá lo que llegaría a ser la Universidad de Chile de Valparaíso. Como ha transcurrido un año y no le publican el libro premiado, va donde Manuel Rojas, Presidente de la SECH y le dice:

"‘ˇManuelito, sácame por favor!' 'Por ahí están los papeles,' me dijo y empezó a darme una explicación que no se entendía. Entonces decidí publicarlo por mi cuenta, con mi platita de pobre" (Piña: 111).

1948 Publica La Miseria del Hombre, con ilustraciones de Carlos Pedraza, 500 ejemplares, en la Imprenta Roma, de Valparaíso, a un costo de $14,000, que paga en cuotas de $1,400 al mes. "Teófilo Cid me acusó de expresionista. Alone -el crítico oficial-, de catastrófico; un señor Rossel, de imitador de Campoamor; Ricardo Latcham de morbo nuevo; don Raúl Silva Castro de peligro público por lo sucio. Libertino, obseso, enfático. 'Vociferante', dijo Jorge Eliot, quien recién asumía cátedra crítica por esa fecha. ˇDe todo, de todo! Mi Rezeptionsgeschichte fue para la risa"(Revista Babel). Más estimulante fue él acuso de recibo que de su libro le hiciera Gabriela Mistral, en carta fechada el 10 de febrero, en que le dice: "Hace una semana que tengo su libro. Me ha tomado mucho, me ha removido y, a cada paso, admirado y, a trechos, me deja algo parecido al deslumbramiento de lo muy original, de lo realmente inédito (...). Lo que sé, a veces, es recibir el relámpago violento de la creación efectiva, de lo genuino, y eso lo he experimentado con su precioso libro" (Fuentealba: VII).

1949 Escribe uno de sus poemas más celebrados, "Al silencio". "Yo estaba en Valparaíso. Salgo al balcón de mi casa que se daba de bruces con el mar. Había una oscuridad absoluta. La ciudad sufría un racionamiento de energía eléctrica. En el cielo las estrellas habían desaparecido. El mar parecía silencioso, calmo hasta la irrealidad. El viento reposaba. Toda la atmósfera sugería una dimensión de lo hueco, de lo inmóvil, de lo sin voz. Entonces allí escuchaba yo a las cosas en su más esencial realidad y surgió el poema "Al silencio", poema que no pude terminar aquella noche y que permaneció inconcluso por largo tiempo. Me importaba la palabra viva, la palabra que no traicionara aquella experiencia y preferí, al no encontrarla aquella noche, que ella se tomara todo el tiempo que quisiera tomarse. Necesitaba que emergiera de lo oscuro de aquella noche, de su silencio. Un día, dos meses después, en un bus un ritmo, y eso que me faltaba (...)" (Ríos: 276).

 


SISIB y Facultad de Filosofía y Humanidades - Universidad de Chile