Desde un claro oscuro, la constelación de Gonzalo Rojas


por Ester Matte Alessandri.


Desde Venezuela nos llega el último libro de poesías de Gonzalo Rojas: Oscuro, de Monte Ávila Editores, con portada de Víctor Viano. Inicia el libro una foto del poeta junto a un retrato de Vicente Huidobro, homenaje a una adolescencia vivida en el grupo surrealista Mandrágora, formado por algunos discípulos del maestro del creacionismo: Braullo Arenas, Enrique Gómez-Correa, Teófilo Cid, Jorge Cáceres. El joven poeta Rojas traía de Lebu un alma solitaria, espíritu emprendedor y una avidez por el conocimiento hurgando en lo telúrico del continente, convirtiéndose en un viajero que observa con ojo avizor nuestra tierra y el mundo. En 1952, en un viaje de alumnos del Instituto Pedagógico, llega por primera vez a París. A través de Elisa Bindhoff, esposa chilena de André Bréton, toma contacto con el grupo surrealista francés. Dejan de ser un lejano misterio las figuras de Bréton, Benjamín Péret y otros. Un viaje surrealista, un recuerdo surrealista. Anteriormente en los famosos diálogos de los Guindos, sitio de residencia de entonces del poeta Nicanor Parra, había cedido parte de su poesía negra, como la llamara Parra, a su amigo y compañero de generación. Asistí a esos diálogos embelesada, contemplando cómo se formaban como poetas dos jóvenes con una imaginación que adquiría la velocidad del rayo. Tal vez algo de aquello penetró en mi subconsciente, marcando mi actitud de mujer que busca en el ensueño poético un camino que ennoblezca el diario vivir. Allí oía a Gonzalo, el poeta torrencial, en el semidelirio de la poesía del amor, el carbón, la tierra; Nicanor, la mirada burlona del poeta venido de Chillán, con la permanente visión realista de la muerte en el recuerdo de un cementerio en cuyas cercanías habitó en su infancia; Gonzalo traía el infinito del mar de Lebu, la hondura de las minas y el sueño con toda clase de amores. Ambos estudiaron en el Internado Barros Arana y luego en el Pedagógico de la U. de Chile: Nicanor, matemáticas; Gonzalo, literatura. Ambos han sido destacados profesores universitarios y grandes poetas de su tierra y su época. Han bebido su poesía en los grandes maestros: Huidobro, Neruda, De Rokha, la Mistral, en el mar, la cordillera, la mujer chilena. Han convivido con escritores como Luis Oyarzún, Fernando Alegría, Jorge Millas y la inolvidable Violeta Parra con su guitarra.

En el trabajo que leyera Nicanor en 1958 en Concepción, en el Encuentro de Escritores en que se recordaban los 20 años de la generación que se ha denominado del 38 y que tituló: "Poetas de la Claridad", finalizó diciendo, entre otras cosas: "Para sobrevivir tu

Vimos que absorber las enseñanzas de Freud, componente central del surrealismo mandragárico. Pero ellos también tuvieron que cedernos un poco de terreno a nosotros. No es producto de la casualidad el hecho que Gonzalo Rojas y el que habla sigan interesados vivamente en el proceso de la creación poética. En conversaciones de los Guindos, Gonzalo me entregó la llave del templo de la poesía negra, pero yo aticé en él el luego de la poesía blanca" (Rev. Atenea Nº 380-381, abril-septiembre, 1958).

Cuando aquellos diálogos se efectuaban, Gonzalo Rojas había obtenido en 1946 el premio de poesía de la Soc. de Escritores de Chile, libro que editó el propio autor en 1948 con el nombre de La miseria de hombre. La aparición del libro reveló un poeta entregado a la vida y la búsqueda metafísica, seguido en esto de la línea de H. Díaz Casanueva y Rosamel del Valle, con imágenes ricas de significado, corrientes de pensamiento subterráneo, expresándose a través de símbolos poéticos. El nombre de Gonzalo Rojas quedó escrito en la mejor historia de la poesía chilena. Pasaron algunos años en que el poeta se dedica a escribir ensayos y a realizar los importantes encuentros de escritores que patrocinó la Universidad de Concepción, donde el poeta se desempeñaba como profesor. En esos recordados encuentros se dio cita lo más importante del pensamiento literario del continente americano y de Chile. Recuerdo haber oído junto a las voces de Díaz Casanueva, Margarita Aguirre, Fernando Alegría o Miguel Serrano, que venían de otro países a integrarse a esas discusiones universales, la voz de Pablo Neruda además de sus intervenciones nos brindó un magnífico recital nocturno de sus poesías, entre luces y estrellas; Alejo Carpentier, vital y mágico, desentrañando lo que se encuentra detrás de la aparente realidad; Roa Bastos, Ferlinghetti, Ernesto Sábato, Carlos Fuentes y los innumerables chilenos: Luis Oyarzún, Manuel Rojas, Jaime y Mercedes Valdivieso, José Donoso, Armando Cassigoli, Poli Délano, Guillermo Atías, Carlos León y muchos más que no terminaríamos de enumerar. Labor prodigiosa y eficaz para aunar el pensamiento y el sentimiento americano. Más tarde el poeta nos hace oír nuevamente su voz lírica en Contra la muerte, Edit. Universitaria, 1964. Es ahora un poeta más decantado, más sereno, donde la fuerza del pensamiento adquiere más hondura. Nos dice en "La Palabra":

Un aire, un aire, un aire,
un aire,
un aire nuevo:
no para respirarlo
sino para vivirlo.

Poeta que vive su aire intensamente y entrega su mensaje. Algunos poemas del libro anterior han sido reducidos. La de ahora es una voz más pura. La otra era más una poesía de vivencias desatadas en una rica gama de imágenes confundiéndose lo lírico y lo delirante en un tono de alto vuelo. Continúa el vuelo alto, pero se han podado las malezas, con lo que la poesía adquiere más hondura.

Ahora en 1977 aparece Oscuro. Ésta es una poesía vivida con todos los sentidos. El poeta es un taumaturgo de la vida y sus interrogantes. ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? ¿Qué somos? Frente a esto el poeta decanta sus vivencias y se incorpora al infinito, esencia de todo lo creado. En "Ars Poética en Prosa" (Pág. 7), donde recuerda la incorporación de las palabras de su infancia, escribe: "Me atreveré a pensar que en ese juego se me reveló, ya entonces, lo oscuro y germinante, el largo parentesco entre las cosas".

El libro está. dividido en tres secciones: a) entré el sentido y el sonido; b) ¿Qué se ama cuando se ama?, y c) Los días van tan rápidos. En la primera sección en "Numinoso" aboga contra el azar. En todo hay un número y sobre todo un tiempo:

"No somos de aquí, pero lo somos."
"Aire y Tiempo
dicen santo, santo, santo".

"Conjuro" es un poema cargado de vivencias, premoniciones, interrogantes. Toda la incógnita de nuestro mundo en la encrucijada, se da en esas líneas.

"No le copien a Pound" es un excelente poema de admiración hacia el gran poeta desaparecido, también cargado de premoniciones.

"Fragmentos", dedicado a Juan Sánchez Peláez, abunda en interrogantes, escrito en forma novedosa coma otros del libro, nos pasea por diversos temas que llegan a lo mismo, el origen y la vuelta al origen.

Merecería un estudio especial "A la salud de André Bréton": "Lo que te debe la locura de la razón y el mar de las tormentas". "Y el loco amor, lo que te debe el loco amor", homenaje al gran maestro de la adolescencia, al guía de esa juventud que rompía falsas etiquetas, que hurgaba el subconsciente, que proclamaba el desate como regla de salud, para sobre esa base reconstruir. La velocidad, el vértigo, la lucidez, están evocados por el poeta para recordar al gran vidente que fue Bréton.

En "¿Qué se ama cuando se ama?", se agrupan los poemas dedicados al amor. Rojas no sólo escribe al amor, éste es para él algo tan sustancial como la formación académica de su personalidad. La vida es la base de las vivencias y entre éstas la pareja humana ocupa lugar destacado. El amor está hondamente sentido, dando origen a hermosos poemas. Amor tormentoso, dulce y pacífico, entrecruzándose las diversas facetas que se expresan con extraordinaria fuerza. A su actual esposa dedica entre otros las finas "Vocales para Hilda".

En "Los días van tan rápidos", como en las secciones anteriores, reproduce poemas de sus otros libros, pero en ésta ha acumulado mayor número de ellos. La incorporación de estos poemas le da a este libro carácter de Antología. Es la síntesis de la obra de un gran escritor cuya vida es un ejemplo para las jóvenes generaciones, rindiendo culto a la poesía, el estudio y la acción.

 

En: Diario Las últimas noticias, Santiago, domingo 26 de junio de 1977.

 

SISIB y Facultad de Filosofía y Humanidades - Universidad de Chile