1.2. MEMORIA, IMAGINACIÓN, PLASMACIÓN.

Demasiado se ha escrito y conjeturado sobre el poder de la memoria y la dialéctica del recuerdo-olvido en la plasmación de una obra, tanto por parte de filósofos como de psicólogos, clásicos y modernos. Parece que Mnemosyné, madre de las musas, pide una reflexión estricta antes de iniciar el estudio de la visión o cosmovisión propuesta en un sistema imaginario definido; pero no entraremos en el presente trabajo en la consideración del arte de la memoria, tal como viene siendo estudiado desde Horacio y Quintiliano hasta Frances Yates, investigadora inglesa que ha tocado en profundidad este problema que tanto parece interesar a los teóricos de hoy para iluminar el proceso creador.

Queremos, en cambio, dejar claro que el núcleo mnémico tan próximo a la poética del instante, como dice Bachelard, opera apreciablemente en esta lírica que nos ocupa, aunque no se trata de un caso singular o exclusivo entre otros altos poetas de América Hispana, pero sí de un caso sobresaliente, y guarda relación con su temple. Un dato mínimo para ilustrar esto último. En relación con su registro memórico, que llega al virtuosismo, conocemos un texto suyo (1) donde confiesa:

Los dioses me dieron el prodigio mnémico y desde muy niño tomé conciencia de ello. Así cuando profesores y compañeros de aula exageraban con admiración lo que llamaban mis talentos -harto míseros por lo demás- les decía con humor: inteligencia es mucha palabra, no hay nada de eso en mí. Lo que pasa es que soy un memorión -un memorioso habría dicho Borges-, y el ángel de la memoria me acompaña. Además lo cultivo con aceite.

Por nuestra parte conocemos el desafío de esta verdadera cámara memorioso suya. En reuniones por ahí, entre familiares y amigos, los ha deslumbrado a todos con el rescate sin un error de capítulos de Cervantes o escenas enteras de Lope, de párrafos vivos de libros increíbles que leyera a los diez años, o a los veinte, o a los cuarenta; de situaciones remotas, de nombres aparentemente perdidos en el laberinto de las fechas.

Pensamos que esta disposición de su talante ha favorecido en él, en cuanto poeta, el tratamiento del tiempo como una circularidad incesante asumiendo lo, inmediato y lo remoto en un solo juego. Son incontables sus textos en los que se cumple esa instantaneidad reveladora. Es lo que Octavio Paz (2) ha llamado la consagración del instante, al enfocar el poema como tiempo arquetípico, idea tal vez explorada en el libro de Gaston Bachelard La intuición del instante, publicado la primera vez en las ediciones Stock de París, en 1932.

Siempre nos ha parecido cautivante el tiempo vertical en Rojas, lo inmóvil de él tan próximo a cierta estabilidad esencial, en el curso de los cincuenta años de su obra, y la fidelidad que mana de ello. Fidelidad a lo oscuro y no repetición por la repetición, como dice en la tercera estrofa de "Numinoso", primer poema de su libro Oscuro:

Míseros los errantes, eso son nuestras sílabas: tiempo, no
encanto, no repetición
por la repetición, que gira y gira
sobre
sus espejos, no
la elegancia de la niebla, no el suicidio:
tiempo,
paciencia de estrella, tiempo y más tiempo.
No
somos de aquí pero lo somos:
Aire y Tiempo
dicen santo, santo, santo.

También él, como Baudelaire, de quien tanto aprendiera en su mocedad, parece haber inmovilizado el tiempo en el vaivén pendular del horror de la vida y el éxtasis de la vida. (3)

Allí corre la estrella de tus cinco sentidos
en esa rueda inmóvil del vértigo absoluto.

dice al cerrar uno de sus primeros poemas, en 1946.

Esta idea arquetípica del tiempo como "paciencia de estrella" se enlaza de modo necesario con su ejercicio mismo de plasmación de su discurso poético.

Él mismo se ha autoestimado poeta larvario y lentiforrne para aludir a su oficio memorioso, en el que funciona el proceso largo, la mora y la demora. "Impaciente en casi todo", ha dicho en alguna entrevista, "menos en el oficio ciego de poetizar". Al aceptar el carácter germinante de su trabajo -en una germinación que no termina, según sus palabras- se nos aclara parcialmente uno de los mecanismos más discutibles en la dispositio de sus libros; nos referimos a ese proyecto de circularidad que lo lleva a incluir en un volumen suyo determinado, recién aparecido, algunos textos ya entregados en títulos anteriores, como para desafiar la linealidad de una construcción tras otra. El crítico Gonzalo Sobejano ha querido despejar este ejercicio de aspecto arbitrario cuando afirma, después de hacer una descripción física del poeta:

Sesenta y tantos años, estatura mediana, escaso pelo gris o blanco, bigotillo tan ligero que se duda si está o no sobre sus labios, bondadosos y algo sensuales. ¿Cierto parecido -leve- con el Dámaso Alonso de hacia 1960? No sólo en la fisonomía, sino quizá también en algún asomo de timidez (sin ira), en comprensivos modos de sonreír y en el buen timbre y el buen tono de la voz para leer poesía con una confección emocionante.( ... )

Los libros de Gonzalo Rojas son pocos y óptimos (...)

Esta poesía es una autoantología en formación perpetua, dentro de la cual, según el lugar de publicación y sobre todo según el tiempo de la misma y la sazón del poeta, éste quita, pone, reordena. A Gonzalo Rojas no le importa la cronología de los textos: un poema de 1940 sucede a otro de 1960, y no pasa nada. O pasa algo: pasa que queda probada la actualidad de toda poesía alta; y pasa que -si se mira a las fechas- un poema de ayer resulta vivificado por otro de hoy, o éste por aquél. Savias comunicantes (4).

Como para confirmar la tendencia acronológica de esta poesía, el sin tiempo de ella que llega a cierta fijeza vertiginosa, Sobejano invoca más adelante a Mallarmé: "Il faut toujours couper le commencement et la fin de ce qu'on écrit. Pas d'introduction, pas de finale" (5).

Quisiéramos abrir aquí un paréntesis para señalar que el ensayo de Sobejano que hemos venido citando apareció en un número de estudios monográficos dedicados a la poética de Gonzalo Rojas publicado con la ayuda del "Fondo en Memoria de Charles Phelps Taft", Universidad Cincinnati. Su editor, Enrique Giordano (6), presenta así al autor:

Entre nuestros escritores del siglo veinte, Gonzalo Rojas surge lentamente desde el silencio, sin tratar de imponer ni oficializar su discurso poético. Su honesta y rigurosa devoción por la poesía le ha hecho desdeñar por completo el aplauso fácil, la conquista de la crítica establecida y todo intento extrapoético de alcanzar la fama y el éxito editorial. (...) Un estricto compromiso con su labor creativa le ha llevado a la mayor concentración posible y a la máxima autocrítica. Sin embargo, un poeta que no se somete al discurso oficial del poder (sea éste cual sea) no conquista el apoyo inmediato de los críticos, académicos y dueños del mercado literario. En consecuencia, a sus setenta años de poesía, los estudios críticos sobre su obra son mínimos, Pese a que Gonzalo Rojas es, sin duda alguna, uno de los poetas más importantes de la literatura hispanoamericana contemporánea. Más aún, su desconfianza infinita hacia todo partidismo y a toda etiqueta literaria fácil, le ha negado el apoyo institucional y académico que tanto favoreciera a otros.

Pero todo esto no ha preocupado en absoluto a nuestro poeta y nos alegrarnos d que así sea. Su poesía ha ido creciendo íntegramente, sin concesión alguna, y su influencia ha sido tal vez la más significativa en nuestros escritores más jóvenes...

Otra idea que coincide con la de Sobejano es la propuesta por Juan Loveluck (7) en uno de sus estudios sobre el poeta chileno. Observemos las líneas pertinentes:

Los términos 'constancia' e 'insistencia', indirectamente proponen que me refiero a un cuerpo orgánico de poesía, signado por una fuerte unidad de imaginación, como la de Gonzalo Rojas: ésta es un poderoso sistema cohesivo de signos líricos, de signos expandidos que son poemas, de poemas que forman una construcción dotada de potencias originales de alfabeto propio: este Congreso de Berlín se reúne para reconocer tal individualidad lírica como una de las sobresalientes en el mundo hispánico, hoy.

Mirada esa construcción poética como un todo orgánico (organicidad que refuerza desde dentro de los poemas el hecho de que tras La miseria del hombre Gonzalo no ha hecho sino escribir otras 'miserias del hombre'), parece fácil -y no lo es- precisar con real acucia sus leyes de construcción y de crecimiento. Resulta más complejo el esfuerzo en el caso de nuestro poeta, nacido en 1917 -los lutos del funeral dariano estaban frescos y reciente la horrible marmolina de la tumba en León-, porque accede a la creación poética en los alrededores de 1940, en un momento coral de la lírica chilena: se oyen voces poderosas: Pablo de Rokha, Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Juvencio Valle, Rosamel del Valle, Julio Barrenechea, Ángel Cruchaga Santa María, Vicente Huidobro... ¡Qué lucha, la de los jóvenes que orillan los veinte años, para crear una dicción lírica otra y para ser de veras en sus poemas y no quedarse en meros epígonos!

Advirtamos cómo coinciden esas palabras del crítico Loveluck con las del poeta y escritor mexicano José Emilio Pacheco (8) quien, al comentar el libro Oscuro, señala:

Lo que modestamente calla Rojas es el problema que se le presentaba al joven de 1937: no ser Huidobro ni Neruda, no ser De Rokha ni Gabriela Mistral. Aprendió de todos ellos, nutrió su originalidad en la más atenta lectura de cada uno. Y así, desde los 20 años, Rojas no se parece más que a sí mismo.

Por virtud de su radiante maestría, puede darse el lujo de ser prosaico, imprecatorio, irónico, elegíaco, erótico, oracular y cien cosas más sin dejar de ser nunca un gran poeta, aunque no haya cumplido el requisito para ser considerado como tal: estar muerto.

Pero ¿cómo funciona la memoria en la obra que nos preocupa?; ¿en qué consiste su singularidad?

Respondemos inicialmente como lectores suyos desde hace unas tres décadas cuando empezamos leyendo su primer libro, La miseria del hombre, aquél que Gabriela Mistral saludara con estas palabras:

"Hace sólo una semana que tengo su libro. Me ha tomado mucho, me ha removido y, a cada paso, admirado y a trechos me deja algo parecido al deslumbramiento de lo muy original, de lo realmente inédito"... (El subrayado está en el original).

También nosotros sentimos al descubrir esa voz en nuestra primera lectura, en la década del 50, el estremecimiento de lo nuevo en el mejor sentido (eso que la Mistral llama lo inédito) y a la vez lo arcano ininemorial. Entramos de golpe a un furor poeticus distinto, desmesurado y concentrado a la vez, huracán y equilibrio al mismo tiempo. Se lee en el Tao Te Ching (9):'

Existe un ser caótico, vive con anterioridad al Cielo y la Tierra. Es silencioso, vacío, solitario e inmutable. Está dotado de un movimiento giratorio e incesante.

¿Hasta qué punto Rojas coincide con la iluminación Zen cuando apuesta su palabra al relámpago?

También este libro primero del poeta chileno -pese a cierto tremendismo convulsivo- nos dio una iluminación del vacío que ya en su poema "Al silencio", que transcribimos a continuación, publicado en Contra la muerte, nos permitió descubrir la materia visionaria de este sistema poético:

Oh voz, única voz: todo el hueco del mar, todo el hueco del mar no bastaría todo el hueco del cielo, toda la cavidad de la hermosura no bastaría para contenerte,
y aunque el hombre callara y este mundo se hundiera
oh majestad, tú nunca,
tú nunca cesarías de estar en todas partes,
porque te sobra el tiempo y el ser, única voz,
porque estás y no estás, y casi eres mi Dios,
y casi eres mi padre cuando estoy más oscuro.

Vale señalar que entre este texto escrito en 1949 y "El alumbrado", en 1987, aparece muy patente la iluminación en la órbita del zen, aunque nos consta que el autor ni en la primera pieza ni en la segunda tuvo un conocimiento de la disciplina oriental. Asimismo, y a propósito de "A] silencio", es bueno observar lo que ha precisado D.T. Suzuki:

Algunos filósofos y teólogos hablan del "Silencio" oriental en contraste con el "Verbo" occidental, que se convierte en "carne". No entienden, sin embargo, lo que Oriente realmente quiere decir con su "silencio", porque no se opone al "verbo", es el verbo mismo, es el "silencio atronador" y no el que se sumerge en las profundidades del no-ser, ni se absorbe en la indiferencia eterna de la muerte. El silencio oriental se parece al ojo del huracán; es el centro de la furiosa tormenta y sin él no es posible ningún movimiento. Extraer este centro de inmovilidad de lo que lo rodea es conceptualizarlo y destruir su significado. El ojo es lo que hace posible el huracán. El ojo y el huracán constituyen juntos la totalidad.

Dice Carl Gustav Jung (11) que hay dos modos de creación: el psicológico y el visionario; el primero de los cuales se funda en vivencias intensas cuya materia entra en la órbita de una psicología patentizable:

la pasión y su suerte, el destino y los sufrimientos que acarrea, la naturaleza eterna, sus belleza y sus horrores

mientras en el segundo, el modo de creación visionario:

la materia o la vivencia que sirve de contenido a la plasmación no es nada conocido, es una entidad extraña, de naturaleza recóndita, como surgida de los abismos de tiempos prehumanos, o de mundos sobrehumanos de luz o de sombra, una protovivencia ante la que la naturaleza humana casi sucumbe por debilidad y perplejidad.

Distingue, entonces, según vemos, entre las vivencias de primer plano que dan origen a su llamado tipo de creación psicológica, de aquellas otras que permiten mirar o vislumbrar el caos, como diría Novalis.

Así ofrece Jung una distancia entre cierta visión psicológica y lo que llama la visión visionaria, transida de asombro, admiración, desconcierto y hasta aversión algunas veces. Justo esto último fue lo que experimentamos al leer por primera vez La miseria del hombre.

La gran poesía, para Jung (12), sobrepasa al inconsciente personal y toca el inconsciente colectivo, por eso "mana del alma de la humanidad y no puede explicarse verdaderamente intentando reducirla a factores personales".

Por último, y en cuanto a la plasmación de esta palabra, el mismo poeta se ha encargado de establecer que en plena mocedad recibió el doble influjo, simultáneo, de la clasicidad y la modernidad, lo que parece haber contribuido al rigor del incesante aprendizaje y a la eficacia expresiva que dice Pound: "la máxima concentración en el mínimo de palabras". O lo que afirma Confucio, leído por Rojas a sus veinte años y repetido de memoria por él:

Si el lenguaje no es exacto, lo que se dice no es lo que se piensa; si lo que se dice no es lo que se piensa, las obras no llegan a existir; si no llegan a existir las obras, no prosperan la moral ni el arte; si la moral y el arte no prosperan, no acierta la justicia; si la justicia no acierta, el pueblo no sabe dónde poner su mano y su pie. Así, pues, no se tolere arbitrariedad alguna en las palabras. Esto es todo lo que interesa.

Poesía e historia, en fin, ¿cómo situar a un poeta frente a la historia? Porque, quiérase o no, funciona en él el testigo, aunque Paul Celan -de visión y ejecución a veces coincidente con la de Gonzalo Rojas, según propone Eberhard Geisler- (13), afirme por su parte que nadie atestigua a favor del testigo. No vamos a confundir el yo biográfico con el yo poético ni el modo de creación psicológico con el modo de creación visionario, pero visionario y todo no hay poeta sin humus, y lo inconsciente y lo biográfico se atan en una sola urdimbre. No es que el poeta deba ser un cronista, como dijo alguna vez Neruda, pero poesía y vida se imantan sin cesar. Poesía y conducta, como insiste una y otra vez el mismo Rojas.

Carl Gustav Jung en el prólogo de su conocido libro Recuerdos, sueños, pensamientos (14) sostiene que todo se toca con lo autobiográfico en el proceso de la creación y explica qué es lo que realmente merece ser recordado:

Mi vida es la historia de la autorrealización de lo inconsciente... Lo que se es según la intuición interna y lo que el hombre parece ser sub specie aeternitatis se puede expresar sólo mediante un mito. El mito es más individual y expresa la vida con mayor exactitud que la ciencia... Así, pues, me he propuesto hoy, a mis ochenta y tres años, explicar el mito de mi vida... En el fondo sólo me parecen dignos de contar los acontecimientos de mi vida en los que el mundo inmutable incide en el mutable. De ahí que hable principalmente de los acontecimientos internos. A ellos pertenecen mis sueños e imaginaciones...

Quizá debiéramos deslindar aquí la diferencia entre historia objetivable y sujeto reminiscente. La memoria es un fenómeno privado, la historia es una ciencia social, nos explica por su parte Pierre Nora (15) cuando nos habla de los loci memoriae, "les lieux de mémoire", los llama él en francés, por no tener el término un equivalente en la traducción inglesa. Uno de estos "lugares de memoria" es -dentro del desarrollo humano- la niñez. Debe haber una gran tensión de infancia en el fondo de nuestro ser, dice Bachelard, para que la rememoración de un poeta nos haga revivir nuestros recuerdos y re-imaginar nuestras vivencias.

Entremos a la niñez del poeta, como una de sus claves cardinales, y no olvidemos que él mismo en su discurso de Berlín del 88 nos dijo estar viviendo una reniñez por encima de los 70.

Pensamos que en el caso de la poesía de Rojas los dos modos de creación propuestos por Jung funcionan y se imbrican, como ocurre con otros poetas, y hasta es posible descubrir una dimensión autobiográfica al fondo de sus textos visionarios. Como hemos hablado de que la vivacidad mnémica en él opera en su trabajo, se justifica que pasemos a una exploración de algunos de sus ciclos vitales distribuidos en las siete décadas de su existencia. Registraremos así algunas particularidades de su temple -vivencias, recuerdos, obsesiones-, en esas diversas instancias.

 

SISIB y Facultad de Filosofía y Humanidades - Universidad de Chile

 

 

Notas

1.-Gonzalo Rojas, "Chile, país vivido" (pp. 28-37) en El cono sur, dinámica y dimensiones de su literatura. Actas del Congreso sobre Literatura del Cono Sur en Montclair State College, Ediciones del Norte, USA. 1984.

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2.-Octavio Paz, El arco y la lira, Fondo de Cultura Económica, México, 1982,
p. 188.

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3.-"La vuelta al mundo", La miseria del hombre.

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4.-Gonzalo Sobejano, "Gonzalo Rojas: alumbramiento" pp. 63-69, en Poesía y poética de Gonzalo Rojas, Enrique Giordano, Editor, Monografías del Maitén, Santiago, de Chile, 1987.

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5.-Stéphane Mallarmé, Propos sur la poésie, Monaco-Ville, 1953, p. 42, citado por Gonzalo Sobejano. Op. cit.

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6.-Enrique Giordano, prólogo del Editor", Op. cit. Por parecemos de interés, nos permitimos transcribir aquí la Tabla de Contenido de este número de homenaje:

Prólogo del Editor.
- Ramón Riquelme: Historia de un juglar.
- Jaime Giordano: Homenaje.
- Raúl Barrientos: Piano con puñal y espejo al frente.

PRIMERA PARTE: Selección de estudios anteriores.
- Jorge Elliott: Sobre Gonzalo Rojas.
-Alfredo Lefebvre: "Al silencio": análisis e interpretación.
-José Olivio Jiménez: Una moral del canto: el pensamiento poético de Gonzalo Rojas.
-Ricardo Gullón: Saludo a un gran poeta: Gonzalo Rojas.
-Guillertno Sucre: Sobre "Al silencio".
-Enrique Lihn: Poetas fuera o dentro de Chile 77. (Fragmentos).
-Floridor Pérez: Para una lectura de la poesía de Gonzalo Rojas.
-Gonzalo Sobejano: Gonzalo Rojas: alumbramiento.
-Luis Muñoz: Visión con y contra la muerte en Gonzalo Rojas: para una poética.

SEGUNDA PARTE: Entrevistas.
-Pacián Martínez: Rehallazgo de Gonzalo Rojas.
-José Olivio Jiménez: Fidelidad a lo "oscuro": conversación con Gonzalo Rojas.
-Edgar O'Hara: Gonzalo Rojas en el torreón del Renegado.
-Anamaría Maack: Gonzalo Rojas: diálogo en la cordillera.
-Miguel Ángel Zapata: Gonzalo Rojas: entre el murmullo y el estallido de la palabra.

TERCERA PARTE; Nuevas contribuciones críticas.
-Peter Earle: Breton y Rojas, hacia la plenitud.
-Randolph Pope: Gonzalo Rojas y la vida real.
-Naín Nomez: La permanencia en lo transitorio: una constante estética y existencial en Gonzalo Rojas.
-Juan Gabriel Araya: Una clave en el pensamiento poético de Gonzalo Rojas.
-Pedro López Adorno: Gnosis / logos / ritmo: Notas en torno a la poética de Gonzalo Rojas.
- Roberto Hozven: Sobre el oficio mayor.
-Marcelo Coddou: Presencia de Quevedo en la poesía de Gonzalo Rojas.
-Daniel Torres: El prosaísmo corno vehículo poético en "Carbón" de Gonzalo Rojas.
-Nelson Rojas: En tomo a "Almohada de Quevedo" de Gonzalo Rojas.
-Jaime Giordano: Gonzalo Rojas: su diálogo con la poesía actual.
-Enrique Giordano: Gonzalo Rojas: variaciones del exilio. -Filiación académica de los colaboradores.

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7.-Juan Loveluck, "El espacio como 'abismo' en la poesía de Gonzalo Rojas" en "Taller Literario con Gonzalo Rojas" 4-5 de noviembre de 1988, Ibero-Amerikanisches Archiv, Neue Folge, Jahrgang 15, Heft 1, 1989.
Nos parece indispensable dejar constancia de que el crítico y profesor Juan Loveluck, no participó personalmente en este "Taller", designio que fue propuesto por el mismo poeta para sustituir la palabra "homenaje", pues eso, y no otra cosa fue lo que organizó el Dr. Dietrich Briesemeister, Director del Instituto Iberoamericano de Berlín, para honrar la presencia de Gonzalo Rojas durante su permanencia allí, como invitado especial del gobierno alemán, durante el año 1988. El Profesor Loveluck mandó su estudio para sumarse al homenaje. En los dos días que duró el taller hubo sesiones de trabajo y discusiones después de la lectura de cada una de las ponencias. El Instituto iberoamericano dedicó todo este número de su revista oficial a la publicación de los estudios sobre la poesía de Rojas. Transcribirnos a continuación el contenido de las 130 páginas:
- "Simetría del azar. Encuentro con Gonzalo Rojas". Michael Nerlich, Universidad Libre de Berlín, Alemania.
- "De donde viene uno". Gonzalo Rojas.
- "Presentación de la generación chilena del 38: una perspectiva de cincuenta años", Dr. Ted Lyon, Brigharn Young University, Utah, USA.
-"La autoconciencia literaria en la poesía de Gonzalo Rojas", L. Howard Quackenbush, Brigham Young University, Utah, USA.
-"Del espíritu de posmodernidad en la poesía de Gonzalo Rojas", Estrella Busto Ogden, University of Villanova, Pennsylvania, USA.
- "Epitafio' y epitafios en la obra de Gonzalo Rojas". Dieter Janik, Gutenberg-Universität, Alemania.
- "Física y metafísica en Gonzalo Rojas: 'La viruta' ". Neison Rojas, University of Reno, Nevada, USA.
- "El espacio como 'abismo' en la poesía de Gonzalo Rojas". Juan Loveluck, University of South Carolina, Colunibia, USA.
- "Los poemas redivivos de Gonzalo Rojas o la vigilancia de la palabra". Marcelo Coddou, Drew University, Madison, N. J., USA.
- "Sobre la poesía de Gonzalo Rojas y su relación con Paul Celan". Eberhard Geisler, Eriangen Universitát, Erlangen/Nümberg, Alemania.
- "Crónica de una convivencia: selección y traducción de Esquizotexto y otros poe-mas de Gonzalo Rojas". Russell M. Cluff, Brighain Young University, Utah, USA.

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8.-José Emilio Pacheco, citado en El Mercurio, Santiago de Chile, 13 de abril 1980. El texto original, "Oscuro de Gonzalo Rojas", fue publicado por Pacheco en Vuelta, núm. 8, julio 1977, pp. 39-41.

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9.-Lao-Tsé, La gnosis taoísta del Tao Te Ching, párrafo 25, Ediciones OÑA, Burgos, 1961.

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10.-D.T. Suzuky y Erich Fromm, Budismo zen y psicoanálisis. Fondo de Cultura Económica, México, 1987.

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11.-Carl Gustav Jung, "Psicología y poesía", en Ermatinger y otros, Filosofía de la ciencia literaria, Fondo de Cultura Económica, México, 1946.

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12.-Carl Gustav Jung, Op. cit.

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13.-Eberhard Geisler, "Sobre la poesía de Gonzalo Rojas y su relación con Paul Celan". En Giordano, Op.cit.

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14.- Carl Gustav Jung, Recuerdos, sueños, pensamientos, Ed. Seix Barral, Barcelona, 1966. Esta obra es la autobiografía del autor. Nunca se ha incluido en sus obras completas por disposición suya testamentaria.

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15.- Pierre Nora, "Between Memory and History: Les Lieux de Mémoire". Representations, 26. (Spring 1989), pp. 7-25.

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