Sentido y sonido en Oscuro de Gonzalo Rojas


por José López Rueda


TRADICIÓN Y ESTRUCTURA

Chile es una cordillera de poesía con dos cumbres que son Gabriela Mistral y Pablo Neruda; pero tiene también otras cimas de considerable altitud, como Huidobro y Pablo de Rokha. En medio de tan valioso concierto, es muy difícil que una voz nueva se distraiga por su calidad y originalidad. Todo cantor que herede esa tradicíón directamente, corre el peligro de que alguno de los grandes nombrados le imponga su influencia de manera subrepticia. Lo sorprendente de Gonzalo Rojas es que ha logrado una obra poética de tono distinto, a pesar de las dificultades señaladas. El autor de Oscuro es un profundo conocedor de las literaturas hispánicas y un experto navegante en ese Amazonas espléndido que va desde las jarchas a César Vallejo. Lo mejor de esas aguas constituye la orquesta que sirve de fondo a su aria personal.

Oscuro es un libro de estructura ternaria. La primera sección, titulada Entre el sentido y el sonido, se halla integrada por una serie de poemas en que el autor indaga las posibilidades del lenguaje y explora la esencia del acto poético. Lógicamente, en esta sección hay una serie de textos dedicados a sus poetas favoritos: Cátulo, Ezra Pound, Dylan Thomas, André Breton y Jorge Luis Borges. La segunda sección se titula ¿Qué se ama cuando se ama? En ella nos encontramos la historia amorosa del poeta, y al mismo tiempo, sus conceptos sobre el amor y la mujer.

Finalmente, la tercera parte lleva como epígrafe Los días van tan rápidos y se halla transida por la idea de la temporalidad. En este apartado se agrupan los poemas genealógicos y varios textos de poesía cívica inspirados por la historia chilena contemporánea.

Es significativo desde el punto de vista de las raíces culturales que alimentan esta poesía, el hecho de que Gonzalo Rojas, autor profundamente americano, cita a sendos poetas españoles al principio de cada sección. En la primera hay dos versos de San Juan de la Cruz, en la segunda, un breve texto de Cernuda y en la tercera, una invocación a Quevedo.

ESTILO

Como todo auténtico poeta, Gonzalo Rojas es un enamorado del lenguaje En Ars poética en pobre prosa, que figura al comienzo del libro, nos dice que a los seis o los siete años, en su Lebu natal, sintió por vez primera la magia de las palabras. Aunque tenían éstas un valor por sí mismas, es decir, aparte de todo sentido, en ellas se le revelaba ya entonces "lo oscuro y germinante, el largo parentesco entre las cosas". Pero lo oscuro y germinante es el ser, es decir-, lo que brota y permanece. Para Gonzalo Rojas, lo mismo que para Heidegger, el lenguaje es la casa del ser.

El poeta de Oscuro es un obsesionado por el ritmo. En los textos juveniles utiliza todavía una libre combinación de versos alejandrinos, endecasílabos, heptasílabos y otros metros menores. La rima constante aparece en algunas composiciones, asimismo la rima interna y ciertas asonancias. En los poemas de su madurez el verso es "libre y de capricho", como diría Gerardo Diego. En estos últimos textos, el ritmo es más natural y, siguiendo los pasos del pensamiento poético, avanza o se detiene. Para Gonzalo Rojas, el ritmo es la respiración de la poesía.

El autor de Oscuro no desdeña la métrica clásica; pero ésta exige demasiadas limitaciones y el poeta se siente incómodo en esos moldes. Necesita una forma libérrima para expresar

"este torbellino de palabras volcánicas como una erupción, que son una amenaza

para los sacerdotes del soneto y del número".

Un procedimiento muy típico de Gonzalo Rojas consiste en cortar abruptamente la frase para dejar sobreentendido el pensamiento, como ocurre en los siguientes versos:

"sopló la Arruga, y nada
sino ese precipicio que de golpe,
y únicamente nada.

Usa también adverbios y pronombres interrogativos de una manera insólita con fines de expresividad. Veamos algunos ejemplos:

"O no nos guarde
larva y salgamos dónde por último del miedo:
a ver
qué pasa, hermosa."

"aullido
como el oxígeno
de la especíe, costado
abierto y totalmente de Quién."

En esta línea estilística estarían asimismo fórmulas como las siguientes: "te turbulentamente besara", "te todavía enloqueciera allí", "tabla de qué la suerte", etc. Otras veces Rojas utiliza arcaísmos, como por ejemplo, "a me desesperar". En "Orompello" encontramos frases coloquiales súbitamente incrustadas en el relato lírico:

"Orompello es el año veintiséis en los tercos adoquines y el coche de caballos
cuando mi pobre madre qué nos dará mañana al desayuno,
y pasado mañana, cuando las doce bocas, porque no, no es posible
que estos niños sin padre."

La alteración de la sintaxis constituye un recurso de estilo que Rojas usa discretamente; pero en algunas ocasiones disloca por completo la construcción y alcanza insólitos efectos expresivos, como en el siguiente poema:

VISIÓN DEL MUNDO

Para Gonzalo Rojas, el hombre es un ser que está de paso en este planeta y que, procedente de otro ámbito, aguarda el momento de alzarse de nuevo hacia las estrellas. En varios textos de Oscuro se advierte esta concepción neoplatónica. Así en Fragmentos nos dice: "Sólo que de lo alto - caemos con la esperma, nos encarnamos- en la apariencia"; y en "Mortal" afirma explícitamente: "Del aire soy, del aire, como todo mortal -del gran vuelo terrible y aquí estoy de paso a las estrellas". Por otra parte, Rojas piensa que no hay azar en el mundo, sino un orden claramente matemático; y por lo tanto, de nada sirve quejarse ni llorar. El hombre vive caído y arrojado en la tierra como un exiliado cuya verdadera patria se encuentra en otro sitio. Rojas tiene una concepción del mundo básicamente pesimista, aunque, por otra parte, nos dice que adora la vida. Ésta es una contradicción aparente, pues uno puede amar profundamente la existencia terrestre, pero al mismo tiempo advertir con dolor su radical imperfección y su inevitable acabamiento.

Para Rojas es un mortal error que nos metan en esto de nacer y nuestros padres nos han jugado sucio, como lo hubiera dicho Kafka. El poeta de Oscuro se pregunta con frecuencia cuánto le queda aún en esta trampa que es el vivir, en este íntimo deterioro constante de la persona que él simboliza en la idea de Arruga.

Dadas estas premisas, es natural que la preocupación por la muerte resuene en la obra de Rojas como un leit motiv obsesivo. El mismo nos dice que "el sol de la muerte le está haciendo girar en un eterno proceso de rotación y traslación llamado falsamente poesía". Las muy alegres cosas de nuestra civilización no le sirven para olvidarse del hecho básico de nuestra existencia: su fin a plazo fijo. La actitud del poeta ante este problema insoluble oscila entre la resignación y la rebeldía. En los momentos de mayor desesperanza, ni Dios ni Historia le sirven para explicarse su "hambre de vivir como el sol en la gracia del aire, eternamente".

Sin embargo, en muchos textos de Oscuro se advierte una esperanza de salvación y una vaga creencia en otro mundo. Ya hemos mencionado antes su concepto plotiniano de la encarnación en la apariencia. Nos movemos en un mundo de sombras y la humana realidad no nos basta. "En ese cráter desde donde habla solo como loco", el poeta reclama de su hambre de Dios. Rojas no es muy explícito en este aspecto; pero su nostalgia de lo divino suena en toda su obra como un constante contrapunto. Por eso nos atrevemos a decir que Oscuro es un libro de profunda religiosidad. Esto que observando adquiere una expresión muy concreta en Todavía Tú, cuyo título es sobradamente significativo. A pesar de sus muchos años de ciencia y racionalismo, la imagen de Cristo surge de pronto en la conciencia del poeta. El texto principia con las terribles palabras de abandono murmuradas por Jesús en su agonía: "Helí, Helí, lemá sabaktaní". Gonzalo Rojas hace suyas estas palabras que son el aullido de la especie, la cota más alta de la angustia metafísica. En medio del desamparo y la soledad radical del hombre, el poeta barrunta la llegada del Único de veras existente y se dirige a Él en una imagen extraordinariamente sugeridora:

"cuando vengas vendrás,
vendrás y estás viniendo en lo más alto de los gallos".

AMOR

El tema erótico es fundamental en la obra de Rojas y por eso ocupa las páginas centrales del libro. El poeta de Lebu exalta en igual medida los dos aspectos del amor: el espiritual y el físico. Por lo que respecta a este último, defiende Rojas la inocencia de los impulsos corporales y piensa con Luis Cernuda que la bestialidad es más bien cosa del espíritu. Su afirmación del amor físico alcanza su clímax en un poema intitulado El fornicio que constituye una hermosa sublimación del acto sexual a base de un ritmo de galope creciente y entusiasta que se interrumpe al fin con una breve exclamación.

Sin embargo, a pesar de su canto a los rubenianos frescos racimos de la carne, siente el poeta que el éxtasis erótico es, en el fondo, un falso paraíso, que los amantes –ingenuos- se juran en el pantano de la noche terrestre, ignorando que el verdadero no es de este mundo. El post coitum tristis se halla presente en los textos amorosos de Oscuro. Se ve muy claramente en el titulado Pareja humana, donde se nos dice que "hartazgo y orgasmo son dos pétalos en español de un mismo lirio tronchado". Llegada al paroxismo, la delicia sensual se disipa en la insatisfacción. Es muy significativo el hecho de que después de exponernos estas ideas, el poema termina con la siguiente frase: "Dios, ábrenos de una vez". Como se ve, nos encontramos aquí de nuevo con la insuficiencia de lo terrestre y con el anhelo de otra realidad que sea plena y duraderamente satisfactoria. Todo esto se halla en la línea constante del soterrado y acaso inconsciente cristianismo que se descubre en la poesía de Rojas.

En los textos de Oscuro predomina la concepción platónica de que el amor es deseo de engendrar en la belleza, pero también hallamos la idea de que el hambre de no morir enciende el deseo en las venas de los amantes y la de que el hombre busca a la mujer movido por su gran desamparo. Esta consideración de la amada como refugio para la soledad y la angustia del varón, subyace en el fondo de la poesía erótica de Rojas; pero es sobre todo evidente en el texto dedicado a una prostituta, escrito a los veintidos años. El poeta nos dice que perdió su en los burdeles y recuerda sus noches de ebriedad atormentada y mercenario erotismo en versos que nos recuerdan los que después escribiría Dámaso Alonso en Hijos de la ira. Me refiero al conocido texto en que el poeta español no se reconoce en el cruel, monstruoso muchacho que fue en su juventud, "tendido de través en el umbral de las tabernas, frenético en las madrugadas por las callejas de las prostitutas". En este poema juvenil de Gonzalo Rojas, la hetaira es una especie de misteriosa sacerdotisa nocturna cuyo cuerpo es sagrado. Ella arropa la soledad del poeta joven y lo acoge como el puerto a un barco ebrio. En el texto que estamos comentando, el autor entra al salón del lupanar decidido a acostarse con la daifa amiga y se encuentra con su velorio. Dentro del tema bohemio y anecdótico, el asunto resulta de una morbosa originalidad.

Hasta aquí hemos tratado las ideas de Rojas relativas al amor en su vertiente carnal. Hay que añadir que el autor de Oscuro es también en el campo del erotismo, lo mismo que en su concepción del mundo, un discípulo de Platón. Esto se ve sobre todo en Vocales para Hilda, un poema en versos muy cortos que componen una esbelta columna gráfica. Son versos de elegancia delgada y ritmo entrecortado: poesía desnuda, que diría Juan Ramón Jiménez. La amada es "cuerda para oír el viento sobre el abismo sideral", "orquídea cuyo carácter aéreo" permite el vuelo del poeta, "cítara alta". En una palabra, la amada eleva espiritualmente al amante y se identifica con la Poesía y aún con el Espíritu.

Al igual que muchos otros grandes poetas, Gonzalo Rojas hace del amor metafísica (Recordemos aquello de Antonio Machado: "Dante y yo, perdón señores, -hacemos, perdón Lucía,- del amor teología"). El más acabado ejemplo de este erotismo filosófico lo encontramos en "Cama con espejos", en el que el mandarín propietario del lecho donde consumió lascivamente muchas hijas del cielo, pasa del erotismo refinado y suntuoso a la elaboración de una profunda teoría cosmogónica. Los dos espejos paralelos que, situados uno a la cabecera y otro a los pies, repiten la imagen indefinidamente, le sirven para establecer que el Uno es principio multiplicado en otro y otro hasta el infinito. En medio de sus éxtasis eróticos, el mandarín experimenta la suspensión del tiempo y tiene la arrogancia de creerse inmortal.

Dentro de esta misma concepción metafísica, parece situarse también el poema titulado "Aparición", donde el poeta se siente espiritualmente repetido en muchos otros Gonzalos sucesivos, según proclama en los siguientes versos exaltados y de tono épico:

"Por un Gonzalo hay otro, por el que sale
hay otro que entra, por el que se pierde en lo áspero del páramo
hay otro que resplandece, nombre por nombre, otro
hijo del rayo."

ESTIRPE Y SOCIEDAD

En "Los días van tan rápidos" Gonzalo Rojas agrupa textos dedicados a cantar su destino, la órbita familiar siempre trascendida y el proceso dramático de su pueblo. Esta sección del libro se abre con un poema titulado "Poietomancia", en el que una invisible pitonisa lee en la mano del poeta los acontecimientos fundamentales de su vida. En este brevísimo resumen biográfico, Gonzalo Rojas se define a sí mismo como loco y cerebral.

Por lo que respecta a su estirpe, el poeta de Lebu adopta un criterio genealógico y nos ofrece una serie de poemas que si bien están dedicados a personas determinadas, superan el ámbito privado para adquirir acento universal; lo mismo que Jorge Manrique, al lamentar en sus "Coplas" la muerte de su padre, se eleva sobre la circunstancia concreta y, entona un canto funeral espléndido con el que todos nos identificamos. Destacan en esta sección de Oscuro los muy emocionados textos consagrados a sus dos hijos y a su nieto, en quienes el poeta se considera continuado, pues siente de una manera muy viva la inmortalidad de la sangre.

El poeta del viejo Arauco escribe también con apasionamiento sobre las raíces de su estirpe. En esta línea se encuentra un poema titulado "Carbón" que para nosotros es uno de los mejores del libro. El autor de Oscuro recuerda a su padre, el minero Juan Antonio Rojas, que regresa a su casa de noche y atraviesa a caballo un río bajo la lluvia. "La noche torrencial se derrumba como mina inundada, y un rayo la estremece". Así, poco después se estremecería efectivamente la galería submarina por el grisú de la explosión. La presencia del padre se hace tan real en el recuerdo que el poeta acaba exclamando: "-Pasa, no estés ahí mirándome, sin verme, debajo de la lluvia". Es un poema antológico y tiene toda la honda humanidad de la mejor poesía hispanoamericana última. En esta misma línea, es notable también por su emoción, el texto consagrado a la madre del poeta, Celia Pizarro, en el que hallamos una vez más el sentido de casta, de familia, de raíces telúricas, tan frecuente en Gonzalo Rojas.

La tercera parte de Oscuro incluye poemas de contenido social y cívico. Este aspecto de la obra refleja la evolución ideológica del autor en el terreno político, desde el tono revolucionario de los años sesenta hasta la turbulencia provocada por el encierro. En "Sátira a la rima" el poeta de Lebu compone una airada diatriba contra la burguesía de su país y profetiza el cambio social con "furor monorrimo":

"Por eso ya cruje este mundo.
Por eso ya viene otro mundo.
Por eso ya estalla otro mundo
al fondo ciego de este mundo."

El ideal revolucionario adquiere un tono brillante en "Uno escribe en el viento". Rojas proclama fidelidad a su pueblo de pobres y afirma su fe en la victoria contra el opresor. "El dinero pudre con su peste las aguas" de la vida y hay que cambiar el mundo con la lucha armada. Así lo afirma el poeta en la siguiente estrofa:

"Venceremos. El mundo se hace con sangre. Iremos
con las tablas al hombro, y el fusil. Una casa
para América hermosa. Una casa, una casa.
Todos somos obreros."

Este mismo entusiasmo revolucionario se encuentra en "Octubre ocho", dedicado a la muerte del Che Guevara. En este espléndido poema, el héroe insurgente de América Latina considera bienvenida la ráfaga que lo aniquila, "si otros vienen después". Y el poeta exhorta a sus oyentes: "Vamos, vamos veloces, vamos veloces a vengar al muerto".

 

SISIB y Facultad de Filosofía y Humanidades - Universidad de Chile