Aula áulica

Todavía recuerdo mi clase de retórica
al aceite de hoy. Un gran silencio
hasta que el Profesor irrumpía: -Sentaos,
os traigo carne fresca; y vaciaba un paquete
de algo blando y viscoso
envuelto en diarios viejos como un pescado crudo
sobre la mesa en que él oficiaba su misa.

-Capítulo Primero: el estilo del hombre
corresponde a un defecto de su lengua; y mostraba
una lengua comida por moscas de ataúd
para ilustrar su tesis con la luz del ejemplo.

-Mirad: la lengua inglesa no es la lengua española;
aquí tengo la lengua de Cervantes, su forma
de espada no coincide
con el hueco del paladar. El Profesor hablaba
canónico, mitémico, de semántica cuántica,
textos y fonotextos; y cada afirmación
era probada por la Crítica.

Ahora bien, los puntos de vista de la Crítica
-pobres cuencas vacías-
eran toda esa carne palpitante
saqueada a los distintos cementerios:
lenguas, dientes, narices, paradigmas, sintagmas
que un día fueron órganos de los grandes autores
hoy tumores malignos servidos en bandejas
por profesores asnos a discípulos asnos,
¡aula la alcantarilla!

Donceles y doncellas extasiados
copiaban en papiros todas las proporciones
de la obra maestra: códigos y sememas,
isotopía arpía, semiótica esclerótica,
la precisión, la ética
de la nomenclatura.

Ante tal entusiasmo,
el aroma quirúrgico de los cuerpos gloriosos
se mezclaba al olor de esos bellos difuntos
sentados en la silla de su propio excremento
y una sola corriente de inmundicia era el aire
mientras la admiración llegaba al desenfreno
cuando ese Profesor: -Si aprendéis, nos decía,
los requisitos de la creación
seréis fieros rivales de Goethe y superiores.

Y cerraba su clase;
guardaba todos los despojos nauseabundos
en su paquete y con la frente en alto
coronado en laurel por tanto éxito
nos volvía la espalda como un Dios del Olimpo
que regresa a su concha.

Todavía recuerdo mi clase de retórica
en que la vida y la belleza
eran un plato de carne podrida.

Yo tuve que cortarme la lengua en la raíz
para librarme de la lepra.

 

De Del relámpago (México D.F., Fondo de Cultura Económica, 1981)

Versiones:
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La lepra, de La miseria del hombre, 1948.
Aula áulica, de Del relámpago, 1981. >>