El poeta maldice a su cadáver

Fuiste la libertad de salvarte o perderte.
Viste el mundo sin ver lo que era el mundo.
¿Por qué fué deformada en tus pupilas
la luz fundamental? ¿Perdiste la razón
antes de resolverse la raíz de tu origen?

Maldita sea tu naturaleza
que sopló por tu boca la hermosura
de la imaginación. Maldita sea
la belleza que hablaba por tu boca.
Maldito el yacimiento de todas tus palabras.

¿Por qué estás disfrazado bajo el vidrio,
como un libro sellado para siempre,
letra inútil, fatídica escritura?
¿Por qué tras de tus ojos ya no está el fuego eterno,
máscara del gusano?

Esta es tu boca. -¿Dónde están tus besos?
Esta es tu lengua. -¿Dónde tu palabra?
Estas, tus piernas. -¿Dónde están tus pasos?
Este tu pelo. -¿Dónde tu lujuria?
Este, tu cuerpo. ¿Dónde tu persona?
Estas, tus manos. -¿Dónde está tu fuerza?
Todo esto fuiste tú. -¿Dónde estás tú?
Dime: ¿dónde hubo un hombre?

Ya no puedes llorar como los árboles
cuando el viento trastorna sus sentidos.
Ya no eres animal, ni adivino del mundo.
Te estás secando poco a poco. Estás
quemando tus acciones, hasta ser
polvo del torbellino.

 

De La miseria del hombre, 1948.